Julia caminaba por las calles de Buenos Aires, contenta y alegre porque se había anunciado una tormenta, truenos, relámpagos, granizo. Caminaba lento y con audacia, era un paso ligero para otras personas, Julia tenia la gran destreza de bailar al caminar, daba un paso y un saltito, después brincaba daba una vuelta y seguía caminando daba tres pasos más y volvía a empezar. La calle estaba siendo arreglada, entonces tuvo que pasar por unos pasillos oscuros y con tablones de madera, eran como un laberinto con obreros.
Salió de ahí y vio que el cielo estaba oscuro, casi negro, quedaba una mancha celeste en un costado, después estaba la imagen del cielo gris y las nubes, de un gris más claro, esponjosas y divertidas, arriba, literalmente un cielo de tormenta.
Pasa por un kiosco, y no la tienta nada, solo quiere que se largue a llover de una ves, camina una cuadra, y al llegar a la esquina, le cae una gota, sagrada gota, después de eso, miles de gotas infinitas cayeron sobre Julia bañándola en gracia, feliz con su pelo empapado, su ropa mojada camina hasta llegar a su casa, disfrutando de ese glorioso día de paz y lluvia
Julieta S.

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